La cultura popular es una salida de emergencia, dice Alí Rendón | La Crónica de Hoy
Una pelea con sprint y sparring continúa hacia una escritura que acabará con un nocaut que enfrente al poema con la realidad citadina. Así es el nuevo poemario de Alí Rendón, titulado Ring con nada y otros poemas, editado por el Instituto de Arte y Cultura del municipio de Celaya. A lo largo de este libro, Rendón se introduce por las calles de cualquier barrio citadino mexicano para observar una pelea diaria de sus habitantes contra la existencia. El nacido en Celaya, Guanajuato, en 1980, y también autor de la novela Lo que escuché mientras caía, habló en entrevista acerca de estos poemas escritos sobre un cuadrilátero.  
— Parece que los medios dejaron de difundir noticias sobre la guerra que estamos viviendo, sobre la ola de violencia. ¿Por qué recuperas este tema en tu libro?
— En el escenario de muchos medios (más en la T.V.) se puede vivir en una suerte de calma artera, amañada, convenenciera a los intereses de los grupos más poderosos; los demás asistimos a verdaderos infiernos compuestos de violencias que van en una escalada vertiginosa. Es más, se podría decir que la instalación de la violencia en Ring con nada no es tema sino atmósfera, casi soporte, es como si escribiera encima de ella todo el tiempo. Es pertinente pensar en T. Adorno para lanzar la cuestión extrapolada de si escribir poesía después de La guerra contra el narco es un acto de barbarie; y en Brecht, quien dijo, más o menos, que hablar de los árboles es casi delito, porque ello es callar muchos horrores.
—  El box y la lucha libre son entretenimientos, a la vez, pero los personajes de tu poemario están peleándose la vida y el dolor. ¿Así lo concebiste?
— Sí, y en esas peleas, aunque no haya victoria, se hace trampa. Es además una declaración de identidad, un lugar donde hay varios sujetos poéticos, voces y manos de maestros y amigos talleristas.
— Hay escenas de barrios populares, los tacos, las calles y las cumbias. ¿Por qué poemar la cultura popular?
Considero que la cultura popular es más inmediata a nuestros espacios, es la salida de emergencia para escapar de la solemnidad y la sobre-intelectualización que vuelve poco accesible la poesía. Luis Felipe Fabre comentaba que los poetas sudamericanos decían: “A la poesía mexicana le falta calle”. Ahora el lector cree posible comparar su barrio con el útero paradisíaco que ha perdido al nacer, las cumbias con el reconfortante ritmo cardíaco de su madre y los tacos con el seno que le dio su primer alimento oral. De igual forma la poesía cree en aquello que la alimenta, y la poesía sigue saciando su hambre de calle.
— Ring con nada está en un ambiente oscuro, risueño pero oscuro, donde el recuerdo y la ausencia están presentes, ¿Ahí está la nada del ring?
— Me entusiasma la lectura que haces de estos elementos de oscuridad, soledad y carencias que ciertamente están imbricados en el libro. Yo empecé a moldearlo jugando con el título de Ring con nada, porque suena a “Rinconada” una colonia peligrosa de acá de Celaya, y a la vez el título lleva una densidad de significados: ring es la onomatopeya de una campanada, un tañido, o un repique, al igual es un cuadrilátero. La diseñadora editorial, Marta Piña Pedraza, le dio esta forma al libro como objeto. También ring es un anillo o un teléfono que está sonando; esto, si exageramos en el juego, quizá nos podría llevar hasta a la manera coloquial con que nos referimos a alguien que ha sido golpeado, “se lo sonaron”. Para mí la poesía ofrece estos fenómenos del lenguaje también.